Aprender español a la carta: los profesores de la Academia Andaluza tienen el séptimo sentido. Es decir, logras aprovechar al máximo el objetivo didáctico pasándotelo muy bien en el proceso. Aprender español en la Academia Andaluza no es nada estresante, sino que es una mezcla perfecta entre un aprendizaje intensivo y diversión pura.
En el año 2001 hice mi primer curso en la Academia Andaluza en Conil de la Frontera. En aquel entonces no sabía nada de español y empecé el curso con mucho respeto por el nuevo idioma. Foncu, mi profesor, me enseñó los primeros pasos con mucha paciencia, con un buen sentido del humor y con mucha habilidad didáctica. Bastaba con una mirada desesperada sin comprender, y Foncu acertaba dónde te habías quedado en blanco. ¡Qué sensación de orgullo cuando nos llevaron a un paseo guiado por Conil y por primera vez nos enteramos de lo que decía el guía (en palabras simplificadas con mucho cariño para que nos entendiéramos)! ¡Qué satisfacción al pedir al camarero del bar en voz alta ‘un cortado por favor’ y – aun con un poco menos de confianza – algunas tapas!
Desde entonces han pasado algunos años en los que me he convertido en ‘delincuente reincidente’ en la Academia Andaluza. Acabo de volver de mi quinto curso. Por motivos de mi trabajo, algunas veces ha pasado bastante tiempo entre curso y curso, pero cada vez he podido entrar al nivel que más me ha permitido avanzar. Querido equipo de la Academia Andaluza, para mí es un misterio como lo conseguís…
Lo mejor que me pudo pasar fue hace dos años durante mi cuarto curso. Fui la única alumna de mi nivel, y tuve clases yo sola con Carmen, la profesora.. Al cabo de la semana estaba reventada, pero se había roto el hielo: ¡de pronto estaba ansiosa de hablar y comunicarme! Gracias a Carmen tenía una caja llena de herramientas. La sorpresa fue completa cuando el fin de semana siguiente, en una excursión que hice sola a Grazalema, me pillé siguiendo atentamente un programa en la radio sobre unos libros que tratan de instrumentos de música antiguos y únicos que hoy en día nadie conoce.
También tengo muchos recuerdos de experiencias fuera de la escuela. ¡Cuánta gente tan amable he conocido! Hemos hecho excursiones a todas partes por el sur de Andalucía; rutas aventureras al ‘Peñón’ de Gibraltar, donde de repente te encuentras en Inglaterra tras cruzar la pista de aterrizaje de los aviones; un viaje a Sevilla en noviembre, donde paramos en un bar heladas de frío, las tres alumnas de la Academia Andaluza, y el camarero sin decir ni una palabra nos puso un brandy enorme a cada una. Me falta una sola experiencia que no he tenido la oportunidad de hacer a pesar de varios intentos: ir a saludar a las ballenas y a los delfines en el Estrecho de Gibraltar. Pero bueno, me queda la ilusión de hacerlo un día…
¡Qué ganas tengo de volver a Conil donde Isabel y su equipo te dan la bienvenida con tanto cariño y te sientes como si llegaras a casa, de escuchar el ruido de las olas que llega hasta las aulas de la escuela, de hacer los rituales que haces cuando ya has estado varias veces. Seguro que Manolo del bar El Punto estará allí como siempre, poniendo la mejor cerveza de Conil, callado pero en perfecta armonía con sus clientes. ¡Y claro, me espera el Cabo de Trafalgar con unas puestas de sol de primera categoría!